miércoles, 4 de julio de 2018

Cerca a los 27

No me divertiría tanto si mi vida no se basara en caprichos, el problema es que desconozco mis límites cuando ya los he cruzado. 



Mi teoría inconclusa es basar mi vida en la ficción y en lo real al mismo tiempo, situación incómoda en la toma de decisiones. Hasta este punto, puedo jurar que cada que escojo el camino que debo tomar lo hago de forma apasionada, como si estuviese en un filme; pero también lo pienso demasiado, como si mi vida dependiera de eso. 

No hace falta más explicaciones para entender el resultado de cualquier decisión que tomo. Aún espero el momento en que realmente suceda aquello de borrón y cuenta nueva, porque ya no me está divirtiendo capricho tras otro, huída tras otra, me estoy cansando y ya estoy cerca a los 27 años. 

Los métodos que utilizo para volver a empezar aquel capítulo nuevo y esperado son realmente estúpidos, ineptos e ineficaces. Me rindo ante la idiotez de creer que cualquier cosa me puede ayudar y que en cualquier parte puedo encontrar una respuesta. La única solución hasta hoy, han sido las palabras en el tecleo desesperado por encontrar una redacción perfecta para un público invisible o inexistente (me incluyo).

Necesito unos días dedicados a MÍ, unas cuantas noches de jazz, un baño en la tina y sueños profundos (que lleguen al límite de la muerte). Nadie cumple mejor mis caprichos que este pechito, soy de indecisiones y eso es lo que me encanta (no hay nada mejor que enloquecer llevándome la contraria). 


Por el momento no quiero nada, que no me hablen, ni me miren, ni me toquen, estoy en mi etapa de existencialismo por culpa de los malos pensamientos que van a hacer estallar a mi cabeza. Necesito más comas y pausas para no cansarme, es inevitable serle indiferente al tiempo.

Un mar de sinceridad

Estoy a punto de clavarme en un mar de sinceridad. ¿Que si lo evité? Toda la vida. ¿Que si ya lo había intentado antes? Claro, cuando se me ocurrió la "maravillosa" idea de empezar a escribir en un blog, mi blog.




Hace 3 años exactamente que no escribo nada acerca de mí, ¿para qué? Si afuera hay infinidad de historias que merecen más atención y reconocimiento que la mía. No vale la pena quedarse mirando el reflejo en un espejo, cuando el paisaje es tan bello.


Hace 3 años me enamoré sin darme cuenta de un espacio, una idea, un lugar, una comunidad, un colectivo que me hizo sentir en casa. Escribí, escalé, me caí, me sostuve, me levanté y ahora vuelo en el más maravilloso sueño que cada día se materializa más. 

Hace 3 años mi vida cambió por completo, renuncié a lo que todos pensaban era mejor para mí. Enfoqué mi vida a lo que hacía despertar mi pasión, y descubrí un mundo completamente fascinante, con personas asombrosas que me han enseñado a levantar la mirada cuando se camina por el sendero de la vida.


Ahora vuelvo al Blog En Blanco y Negro, lo hago cuando entro en depresión, eso lo sé. ¿Por qué? Simple, pues es el lugar donde no hay color, donde todo parece ser tan simple y en realidad es muy complejo. Vuelvo en busca de un equilibro, en busca de respuestas que tal vez, estén al reverso de la hoja.

Vuelvo a escribir, luego de que había olvidado la sensación de tapear o dibujar letras que al tiempo forman frases que mi cabeza me dicta. Me sumergí en la monotonía y zona de comfort a la que tanto temía, aquella que me hizo olvidar aquello importante y bello para mí.

¿Cuántas veces debo repetir el ciclo de estar completamente feliz para luego hundirme en una profunda tristeza? 

Durante más de un año mi rutina ha sido en enfocarme en resolver problemas de "adultos". Que conseguir trabajo, que llevar las cuentas, que pagar impuestos, entender el sistema organizacional del Estado y Gobierno, quejarme de aquel sistema desequilibrado y continuar, como si nada hubiera pasado. 

Me convertí en una periodista incapaz de luchar contra la pereza para volver a escribir, olvidé que quería cambiar el mundo y apunté a distintos objetivo que hicieron extraviar mi rumbo. 

Me habitué a querer a alguien, a ser adulta, a comportarme de la misma forma, a pensar que ese era el espacio perfecto para encontrar la felicidad, pues nunca sentí lo contrario mientras acomodaba mi trasero para sentarme y entrar en una zona donde prefería no desacomodarme. 



Tristemente y vergonzosamente mi forma de ser ha sido muy egoísta. Sin darme cuenta, constantemente quiero ser el centro, tanto en mí vida como en la de otros. Con seguridad, ello se deba a mi falta de hermanos, al haber crecido tan sola y a veces mal criada. 

Lo reconozco, soy descuidada, no llamo, no pregunto y a veces no me importa; y lo peor es que cuando comienzo a prestar atención a una persona en especial, me molesta cuando paso desapercibida por su vida.

Atrapada en lo que creía era perfecto, se desvanece en el tiempo.